viernes, 27 de septiembre de 2013

XIV

El espejo me prestaba su mirada.
Ojos de gato, piedras
que le devolvían el dolor
en su niña, de
la niña que detrás ocultaba el temblor.
Ojos oscuros, asfixiantes,
asfixiados de amor.
El reflejo me prestaba sus cuencas
y eran las mías.


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