El espejo me prestaba su mirada.
Ojos de gato, piedras
que le devolvían el dolor
en su niña, de
la niña que detrás ocultaba el temblor.
Ojos oscuros, asfixiantes,
asfixiados de amor.
El reflejo me prestaba sus cuencas
y eran las mías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.