¿La sientes? Es la indignidad.
Una indignidad desdeñosa y ondulada
Indignidad de espléndida pequeñez
Envuelta en plumones de llamas en los que
arden luchas y sudores.
Oye, es la indignidad dorada
que eleva la faz hacia el domo y
el alma rasguñada dobla al pavimento.
Huélela, es la indignidad opresora.
Una indignidad pegajosa de lluvia mojada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.