¿La sientes? Es la indignidad.
Una indignidad desdeñosa y ondulada 
Indignidad de espléndida pequeñez 
Envuelta en plumones de llamas en los que
arden luchas y sudores.
Oye, es la indignidad dorada
que eleva la faz hacia el domo y 
el alma rasguñada dobla al pavimento.
Huélela, es la indignidad opresora.   
Una indignidad pegajosa de lluvia mojada.
 
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